Principalmente descubrir en que planeta han caído. Básicamente
dos cosas: somos mortales; es difícil sentirse querido.
A parte de esto a los papas les preocupan otras muchas cosas,
por ejemplo: que se hagan pipí encima, que no obedezcan, que se distraigan en
la escuela, que sean introvertidos, que sean traviesos, que no hablen, que no coman, que no jueguen,
que no se rían, que no lloren, o que lloren y rían demasiado.
Cuando un niño está mal hay que averiguar de dónde procede
dicho malestar. Puede venir de casa, de la relación con papá, con mamá, con los
hermanos, con un abuelo. Puede venir de
la relación con otros niños en la escuela, en la calle. Puede venir de la
relación con el profesor. O puede venir de una razón más profunda, de las
existenciales que mentaba al principio: miedo a la muerte, inseguridad
afectiva.
La clínica del niño puede pasar por trabajar con él, pero también
puede pasar por trabajar con el padre, o
con la madre, o con los dos, o con los tres; depende de la posición que esté
dañada. No se trata de sentirse culpables, los niños son proyectos, en ellos
nos proyectamos. Esto es inevitable, no está mal del todo si se sabe que lo
hacemos.